domingo, 22 de febrero de 2009

Chocolates Tirma

Tirma es una marca canaria de chocolates que tiene muy poca distribución en el resto de España. Hace ya muchos años que vivo en Madrid, y ya se sabe lo que se echa de menos los sabores de la infancia. Cuando vamos a visitar a la familia venimos con la maleta cargada de productos Tirma, sobre todo la tableta rosa de chocolate con almendras y las famosísimas ambrosías Tirma.

Las ambrosías son unas chocolatinas pequeñas, más bien un barquillo recubierto de chocolate. Tiene una característica particular, es imposible tomarse sólo una. Así que cuando mi hijo va por la tercera, miro para otro lado porque lo entiendo a la perfección.

Este verano mis hijos y yo cogimos un taxi en Agadir, una ciudad turística al sur de Marruecos. Nuestro plan para la tarde era explorar una parte de la ciudad que desconocíamos. Mirábamos por la ventana del coche lo que nos permitía el zarandeo, zig-zag y campo a traviesa del taxista. De vez en cuando nos mirábamos con terror y sonreíamos nerviosos. De repente, tengo un espejismo. En medio de la nada vemos una tienda, con la marca "Tirma" en la fachada. El taxi pasó raudo y pensé que me había equivocado.

¿Era posible que en Marruecos hubiera una tienda de chocolates Tirma? Debo decir que en Las Palmas no las hay. El chocolate se vende en los supermercados y no en tiendas específicas.

Al día siguiente amaneció nublado y decidí cambiar la mañana en la playa por un buen paseo hasta donde me pareció ver la tienda. Esto es lo que me encontré. Increíble.

Saqué las fotos porque sabía que mi familia no iba a creer el tesoro que había encontrado. Tenéis que tener en cuenta que el comercio en Agadir se reduce al Zoco y a dos supermercados. Es una zona muy deprimida. Imaginaos cuando me vieron llegar a casa con dos bolsas a rebosar de ambrosías. Y la cara de la dependienta cuando me vio pegar saltos y sacar fotos de la tienda como si me hubiera dado un ataque de locura.

La tienda, aunque vendía al por menor, me dio la sensación de ser un centro de distribución para África. Todavía no doy crédito a aquella aventura.

miércoles, 18 de febrero de 2009

El verano sabe a Nocilla

Si algo tengo claro, es que el chocolate es sinónimo de infancia. En vuestros comentarios y en nuestros propios post, ha quedado patente que esta maravilla , que el señor Hernán Cortés tuvo el gusto de importar, nos transporta hasta nuestra niñez, llenándonos de maravillosos recuerdos. Seguro que si lo pensáis, el chocolate no os aporta ningún recuerdo malo ¿verdad?.

Bueno, y sin más preámbulos, y sin ánimo de parecer la abuela cebolleta con tanto recuerdo, me voy a referir a la crema más maravillosa que se ha inventado. La Nocilla.

Durante años, la Nocilla ha convivido con mi familia. Supongo que en muchas de vuestras casas ha ocurrido lo mismo. No todos los días se tomaba, pero si que de vez en cuando el bocata de la merienda estaba untado de este manjar, y ese día la merienda era especial.

Existía también una marca de crema de cacao llamada Pralín. No he sido capaz de encontrar ninguna foto de aquella marca, pero seguro que la recordáis. Su sabor era distinto, menos rico, y además su bote era de plástico y cuando se terminaba había que tirarlo. Pero el de Nocilla no. Si es que aquello era puro reciclaje, y tras quitarle la etiqueta a estropajazo limpio, aquellos vasos servían para beber y no tenían nada que envidiar a los actuales vasos de diseño. Aún encima eran dificilísimos de romper y estuvieron años y años formando parte de la cristalería familiar.

Pues como os decía , la Nocilla forma parte de mis recuerdos. Los veranos en el pueblo de mi madre no serían lo mismo sin las rebanadas de pan untado con Nocilla, hecho en el horno de la vecina Rosa. No os creáis que se cocía todos los días. Se hacían un montón de hogazas para semanas. El pan se ponía como una piedra, pero sabía de maravilla y no se estropeaba. Era de lo más natural. Actualmente ya no cuecen. El panadero pasa un par de veces a la semana, trayéndoles un pan la mitad de bueno de lo que era aquel que yo tomaba con Nocilla para desayunar. Aquello era como una especie de ritual que todos los niños que pasábamos allí los veranos seguíamos. Aunque en nuestras respectivas ciudades desayunáramos leche con galletas, en el pueblo no. En el pueblo empezábamos a salir niños de las casas a eso de las once, llevándonos a la boca aquel pan pétreo con el que la Nocilla sabía tan bien.

Y como en tiempos de crisis se agudiza el ingenio, no puedo dejar de recordar la Nocilla que yo misma fabricaba cuando ésta brillaba por su ausencia en las alacenas de mi casa. A falta de pan buenas son tortas, y los bocatas de Tulipán mezclado con Colacao o de este último mezclado con una gotita de leche formando una espesa crema marrón, siempre han estado muuuuuuuyyyyy ricos. ¿Los habéis probado?.

¡Hasta pronto!

domingo, 15 de febrero de 2009

Chocolates negros de Nestlé



Siempre me pregunté qué sentido tenía que existiera un chocolate de Nestlé llamado Dolca (que se sigue fabricando a día de hoy), pues es un chocolate negro al uso, que aparentemente no se diferencia del chocolate negro “normal y corriente” de Nestlé, que antes recibía el nombre de Fondant y ahora se denomina simplemente Extrafino Negro.

Para salir de dudas, el otro día compré una tableta de cada uno de estos dos chocolates. Antes de abrirlos, fijándome en los datos que aparecen en el envoltorio, ya pude apreciar dos diferencias significativas: el Extrafino Negro tiene un 49% de cacao y pesa 150 g, mientras que el Dolca tienen una proporción de cacao ligeramente menor, del 44%, y pesa 125 g.

La composición cualitativa es idéntica: azúcar, cacao, manteca de cacao, emulgente (lecitina de soja), y aromas. Pienso que en la composición de cualquier alimento deberían indicarse también los porcentajes en peso. El del cacao ya lo conocemos, y los de otros ingredientes, presumiblemente serán distintos para los dos chocolates.



Al quitarles el envoltorio, comprobé que tienen las mismas dimensiones: 4x6 piezas o “cuadraditos” o como se quiera decir (no digo ‘onzas’, porque la onza es una unidad de peso, y no quiero utilizar esa palabra impropiamente). Y tienen el mismo logo de Nestlé estampado. Sería difícil distinguir ambos chocolates sin su envoltorio, si no fuera porque el Dolca es un poco más fino, lo que explica la pequeña diferencia de peso. Esta diferencia es de 150-125=25 g, y dado que los dos chocolates tienen 4x6=24 piezas, quiere decir que cada pieza del Extrafino Negro pesa 1 g más que cada pieza del Dolca.

Otra diferencia, más difícil de apreciar, es que el Extrafino Negro tiene un color más oscuro. El Dolca, dentro de que es un ‘chocolate negro’, es algo más pálido. Al llegar al momento que más estaba esperando, que era el de la cata (no lo voy a negar :D), comprobé que el Dolca no tiene un sabor a cacao tan intenso como el Negro Extrafino. Es lógico, pues ya sabíamos desde el principio que su porcentaje de cacao era algo menor.

El Dolca, además, es algo más dulzón. Y aunque es un buen chocolate, tiene un regusto que no sabría como describir... Probablemente lleve más manteca de cacao y más azúcar que el Extrafino Negro. El Dolca es significativamente más barato, lo que hace pensar que, aparte de tener una fórmula diferente, su proceso productivo tiene menores costes.




Sigo pensando que estas sutiles diferencias no justifican que este tipo de chocolate negro de Nestlé tenga un nombre propio tan sonoro como es Dolca, y un envoltorio con un diseño tan diferente a los estándares de Nestlé. Tal vez el chocolate Dolca lo fabricaba otra empresa que fue absorbida por Nestlé, y lo continuaron fabricando con el mismo nombre... Quién sabe, eso habría que investigarlo.

Bueno, pues ya que tengo las dos tabletas de chocolate, algo tendré que hacer con ellas... Seguiré catándolas de vez en cuando, y si noto alguna diferencia más, ya os lo contaré. ;)

sábado, 14 de febrero de 2009

Chocolate del desierto

Mi marido venía este fin de semana desde Marruecos, así que le pedí que buscara chocolate autóctono marroquí o árabe y que si no encontraba nada, (los dos supermercados de Agadir no son los más surtidos que he visto) trajera chocolate francés.

La primera sorpresa es que casi todo el chocolate que se puede consumir allí es de origen español. Incluso el fabricado por multinacionales como Nestlé, viene fabricado en España; y envasado y rotulado en español. Eso no tenía gracia.

Esto fue lo que consiguió:

Bombones Ferrero Rocher. Fabricados en Italia pero con la concesión de escribir las letras en árabe. Los bombones son exactamente iguales que los que puedas comprar aquí.



En el reverso viene los ingredientes en árabe, aunque la foto está muy desenfocada y no se aprecia bien.



Lo que llaman sucedáneo de chocolate. Viene en español y con letras en árabe. No sé que diferencia hay con el chocolate de verdad, porque los ingredientes y el sabor son exactamente igual a un chocolate de calidad media.




Una tableta de chocolate francés, que supongo que se podrá encontrar en España, aunque yo no lo conozco. Esta relleno de pistacho y con un porcentaje de cacao del 70%. Esta muy bueno y con un sabor muy original.

martes, 10 de febrero de 2009

Breve Historia del Chocolate (II)

Quedamos en que el cacao que consumían los antiguos americanos era un brebaje que poco tenía que ver con lo que conocemos. Pues parece ser que ya Cristobal Colón en sus viajes descubrió el producto y se lo trajo de souvenir a los Reyes Católicos. Pero ya se sabe lo que pasa con los souvenires de compromiso, como los dedalitos, los platitos conmemorativos y las botellitas en miniatura. Pasa que nadie les hace ni caso, ni siquiera el que los compra. Y eso ocurrió con la bebida de agua amarga y espumosa.

Sería Hernán Cortés el que, después de una degustación ofrecida por el emperador azteca Moctezuma, le vió posibilidades, y se lo trajo a la corte Española en 1528, con todos los avíos para fabricarlo. Rápidamente se popularizó entre las damas de la nobleza, sobre todo cuando se les ocurrió endulzarlo con azúcar, innovación que unos atribuyen a unas monjas de un convento en México, y otros a los religiosos de El Monasterio de Piedra, en Zaragoza. Para que luego digan que la iglesia solo ha hecho cosas malignas. Es en este momento en el que ya empieza a parecerse al chocolate de nuestros días.


Total, que en el siglo XVII el chocolate llega a la corte de Francia, y de ahí corre como la pólvora por toda Europa. Por cierto, que los alemanes lo consideraban entonces un producto medicinal y sólo se vendía en droguerías y farmacias, y algo de razón tenían porque aquello debía levantar a un muerto. El caso es que su consumo aumenta tanto que incluso en 1763 los cerveceros británicos solicitan limitar la producción aquella bebida que les hacía la competencia.

Dejo aquí unos datos importantes en la historia europea de esta delicia:

- La primera tableta de chocolate fue creada en 1847 por los británicos Fry&Sons, y llevaba licor (siempre han sido un poco borrachines).

- Los bombones son invento italiano, que le dieron forma al chocolate y lo rellenaron de una pasta de avellana, cuyo resultado fue el bombón gianduja.

- El primer cacao en polvo se consiguió en 1828 gracias a los holandeses, que desarrollaron nuevas técnicas de extracción del producto.

- En 1875, Daniel Peter y a Henry Nestlé hicieron disfrutar a la gente por primera vez del chocolate con leche. Los suizos entran de esa forma pisando fuerte, y desarrollan una técnica de homogeneizado o conchado gracias a la cual el chocolate se derrite suavemente en nuestra boca. Rodolphe Lindt, a su vez, inventa el chocolate fondant. En esta misma época compiten con otros fabricantes de renombre como Tobler o Suchard, que originarían algunas de las marcas más populares de hoy día.

La industrialización del chocolate hizo que este fuera un producto de masas, accesible a todos a Dios gracias, además de que diversificó el género en cientos de variedades para placer de nuestros paladares y perdición de nuestros tipitos. La producción americana decae y la colonización de África por los europeos lleva la producción mayoritaria a este continente, y esto continúa así desde principios del siglo XX.


Ya sabéis lo que decía la canción: "yo soy aquel negrito, del África tropical, que cultivando cantaba la canción del Cola-Cao..."

La historia de este manjar es, como suponéis, muchísimo más amplia, pero ni yo soy una experta ni esto es un blog serio, así que colorín colorado, este cuento se ha acabado... por ahora.

Agradecimientos a zchocolat, a Carlos Azcoytia y sus artículos sobre el chocolate, y a la inexacta pero siempre apañada wikipedia.

domingo, 8 de febrero de 2009

Chocolatinas Cadbury

El otro día me compré tres chocolatinas de Cadbury, para catarlas y experimentar con ellas. Un duro trabajo, el del chocolatero. ;)

Estas tres chocolatinas que veis en la foto, Flake 'clásico', Flake dipped y Twirl, están compuestas por chocolate con leche Cadbury sin más añadidos, con la peculiaridad de que este chocolate está formado por láminas enrolladas de muy pequeño espesor, lo que le da una textura muy ligera y que produce una sensación de deshacerse en la boca.


El Flake clásico es un conglomerado de estas láminas enrolladas, sin ningún tipo de recubrimiento externo, lo que le da un aspecto similar al tronco de un árbol. Esta estructura fibrosa hace que tenga poca consistencia, por lo que no me ha sido posible diseccionarlo. Al cortarlo transversalmente con el cuchillo, se desmoronaba por completo. Así que con esta chocolatina no pude hacer nada, aparte de comerme las virutas que se formaron al intentar cortarlo. :P

El Flake dipped introduce una mejora respecto al anterior, y es que está 'bañado' (como su nombre indica) en chocolate. Chocolate sobre chocolate, vaya. Su aspecto exterior es liso y brillante, y su interior está formado por esas finas láminas enrolladas que vistas transversalmente tienen un aspecto que se asemeja al de una huella dactilar.


El Twirl contiene dos barritas idénticas, nuevamente formadas por un conglomerado laminar de chocolate con leche Cadbury recubierto por un baño del mismo chocolate. En este caso, las láminas son aún más finas, lo que le da una textura algo más pulvurulenta. Y el exterior es algo más ondulado.


El Flake en sus dos variantes y el Twirl tienen prácticamente la misma composición, por lo que no hay diferencias apreciables de sabor y de aroma entre estas chocolatinas, que por su estructura laminar, con muchos micro-huecos, constituyen una manera más ligera de entender el chocolate Cadbury. Ligera en cuanto a textura, porque en cuanto a calorías, ya es otro tema. ;)

Espero que os haya gustado este análisis.

sábado, 7 de febrero de 2009

La tarta de la abuela Benita 2.

Ayer hice la tarta de la abuela de Ana. Es una delicia y una bomba calórica. Os pongo fotos para que veáis mi obra maestra.
Os animo a mandar recetas, experiencias y fotos de vuestros experimentos. Vamos a intentar hacer de este blog vuestro rincón chocolatero.
¿Qué te parece Ana?


miércoles, 4 de febrero de 2009

Mi primer experimento chocolatero.


Hoy me estreno como maestra chocolatera, lo que es un hito importante en la vida de cualquier persona amante del chocolate. XD

Durante la primera reunión virtual de los expertos chocolateros, debatimos el título que debería tener este blog. Elphaba apoyaba la idea de la coletilla 70%, porque se dice que es la mejor proporción de cacao que debe tener una tableta de chocolate.

Soy una absoluta inexperta en estos temas. A mí me gusta el chocolate con leche y si puede ser con avellanas mejor,así que pensé que eso había que demostrarlo...y es lo que he hecho.

He comprado dos tabletas de chocolate con diferentes proporciones de cacao. Una tiene un 72% y la otra tableta tiene 85%. Supongo que la marca elegida carece de importancia pero como es un experimento-sondeo muy serio, diré que compré la marca blanca de Mercadona, por eso de la crisis.


He seguido con las dos bandejitas de chocolate a todo familiar, amigo, vecino o incauto que se me ha puesto a tiro.
Estos son los datos que he recopilado:

- Todas las personas a las que he asaltado con mi petición de cata, han respondido con una sonrisa en la cara, de lo que deduzco que a la gente le gusta el chocolate. Absolutamente nadie se ha negado y alguno ha repetido.

- El chocolate propicia la conversación. No había manera de que mis vecinos volvieran a su casa después de probar mi chocolate.

- El chocolate mancha y es necesario usar servilletas después de tocarlo.

- Aproximadamente la mitad de los encuestados me ha contado alguna anécdota de su infancia, y de estos, la mitad se refería a su abuela. Establezco la conexión inequívoca entre chocolate-infancia-abuela.
- Todo el mundo se cree experto en chocolate, marcas y degustación.

- De un total de 16 encuestados, un 33% ha preferido la proporción de 85% y el resto, el 66% ha preferido la proporción de 72%. Esto apoya nuestra decisión a la hora de elegir título para este blog.

- Los que se han decidido por el 72%, dijeron que el otro era demasiado amargo. Nos gusta el sabor dulce del chocolate.

-Los encuestados asociaron el chocolate al bienestar, a la sonrisa y al lado bonito de la vida.


martes, 3 de febrero de 2009

La tarta de la abuela Benita

Nací en 1974. Como muchos de los niños de mi época, mis primeros años de vida transcurrieron muy cerca de mis abuelos. Mis padres se casaron y se trasladaron a vivir al bajo de la casa familiar paterna. Por aquel entonces, las posibilidades económicas eran pocas, y el sueño de poseer una casa propia y un poquito de intimidad, sonaba todavía un poco lejano. Nuestro primer hogar, estaba situado en el barrio de San Pedro, en Santiago de Compostela, barrio muy familiar y acogedor, del que yo guardo muy buenos recuerdos. Si me pongo a pensar, mi vida entonces era muy apacible. Íbamos a un colegio cercano a nuestra casa y por las mañanas, recorríamos las aceras del barrio haciendo nuestras paradas habituales. Cogíamos el pan en la vieja panadería de la señora Felisa, donde tenían los mejores cornechos para comer en el recreo. También parábamos en la librería de Maribel, o en el kiosko de Loli, con aquel increíble lote de cómics para escoger. Todavía me acuerdo de todos aquellos olores: el pan... el olor a papel de periódicos y revistas de aquel kiosko...
Es curioso como podemos conservar en nuestra memoria viejos olores. Hay olores que inevitablemente relacionamos con personas, acontecimientos o épocas. El olor a tarta de galletas de mi abuela, es un olor que estará eternamente ligado a mi infancia.
Mi abuela, era muy buena cocinera. Y digo era, no porque haya muerto, sino porque hace muchos años que dejó de cocinar. A sus 97 años, otros cocinan para ella, aunque seguro que no lo hacen con tanto amor y cuidado como ella lo hacía. Su cocina era sinónimo de su carácter: tranquila, cuidadosa y sencilla. Hasta el caldo limpio tenía un sabor más rico si lo hacia ella.
Cada fin de semana, recibía en casa a sus nietos. Los sábados venía mi tío Manolo con su familia, y los domingos hacía lo propio mi tío Toño. Las visitas solían llegar a las seis. Esa mañana, mi abuela se levantaba temprano, como cada día, y preparaba la tarta de chocolate y galletas. Siempre el mismo ritual: primero rayaba el chocolate de tableta gorda con un cuchillo que había sido afilado unas mil veces. Recuerdo que ponía toda aquella rayadura encima de un trocito de papel albal. Utilizaba las tabletas de la fábrica de chocolates "La Compostelana", situada cerca de nuestra casa, y hacía con él una rayadura muy fina que luego añadía a la leche. El resultado era un chocolate con leche suave, perfecto para cubrir la tarta.
También preparaba el flanín en la cocina de leña. Utilizaba flanín "El Niño" de toda la vida. Por último templaba leche e iba mojando las galletas Cuétara cuadradas en ella. Siempre he admirado la destreza que tenía para colocar aquellas galletas cuadradas en una fuente ovalada. Supongo que manías de abuela, cuando lo más fácil sería utilizar una fuente cuadrada. Pero el caso es que la presentación era perfecta. Capa de galletas empapadas en leche, capa de flanín (siempre decía que bien caliente para que se fundiera bien con la galleta), nueva capa de galletas , y aquel maravilloso chocolate coronando la tarta.
Aquel olor se propagaba por toda la escalera. Mi abuela llevaba las tartas a enfriar a una de las habitaciones de la casa, donde se mezclaba el olor avainillado con un cierto olor a humedad propio de las casas antiguas. Delicioso.
He intentado varias veces hacer aquella tarta, pero no me sale igual. También la he probado en varios restaurantes, y en algunos de ellos la hacen muy rica, pero como aquella no. Supongo que le falta el ingrediente fundamental: el amor y el cuidado con el que ella la hacía. O quizás el secreto esté en esos dedos torcidos que rayaban con tesón la tableta de chocolate "La Compostelana". Tal vez ese secreto se irá con ella, espero que dentro de muchos años, pero lo que se quedará conmigo para siempre será aquel olor impregnando la escalera. Estará por siempre entre mis recuerdos, entre mis recuerdos de chocolate....



Tarta de galletas abuela Benita





-1 paquete de galletas Cuétara cuadradas
-1 sobre de flanín "El niño"
-1 tableta de chocolate del gordo rayada
-1 cacito con leche templada

Elaboración

Rayar la tableta de chocolate, y mezclarlo con leche removiendo bien, hasta hacer un chocolate con una textura cremosa y suave.
Preparar el flanín como lo indica el sobre.
Mojar las galletas en leche templada e ir colocándolas con mucho cuidado en un molde.
Verter el flanín caliente encima de las galletas, cubriéndolas bien.
Poner otra capa de galletas y cubrir con el chocolate calentito.
Las capas van al gusto de cada uno. Se pueden hacer tantas capas de flanín y galletas como se quiera.
Dejar enfriar y colocar en el fondo de la nevera.