miércoles, 27 de enero de 2010

Una joya de chocolate

Un paseo por el centro comercial de Dubai te muestra esto, y os juro que son bombonerías y no joyerías, aunque en alguna tuvimos que entrar para comprobarlo porque desde fuera no nos quedaba claro.

¡Y no me preguntéis si los probé! ¡Que mi cuenta corriente tiene límite y mi trasero también!


Mi marido me decía: No, eso no lo fotografíes, que es orfebrería. Pero mi olfato wonkero es infalible. Siempre era chocolate.

























lunes, 25 de enero de 2010

Refresco de chocolate


Efectivamente, sólo podía venir de Japón, país tan aficionado a experimentar con arriesgados sabores.

Esta vez se trata de un refresco burbujeante, transparente, pero con olor y sabor a auténtico chocolate. Quizás su principal ventaja radique en que sea capaz de calmar el ansia chocolatera y fusilar los remordimientos. El padre de la criatura es Suntory (uno de los fabricantes de bebidas más importante del país).

Milagros de la química...

Por cierto, si entre los lectores hay algún afortunado que estos días se vaya a pasear por las calles de Tokyo, quizás le interese saber que del 27 de enero al 1 de febrero se va a celebrar el Salón del Chocolate de Tokyo,en la 6ª planta de los grandes almacenes Isetan en Shinjuku.
Lamentamos profuuuuundamente no poder estar allí para contároslo.





sábado, 23 de enero de 2010

Chocolate de lujo

Será que me estoy volviendo chocha, pero cada vez me parece más mágico que lo que he disfrutado esta misma tarde, a tropecientos kilómetros de España, algo más de 10 horas de avión, podáis verlo vosotros sobre la marcha.

No hay mucho que contar, las fotos lo dicen todo. En un rincón de la Marina Mall, el centro comercial más importante de Abu Dhabi, hay una chocolatería llamada Patchi. Es una cadena libanesa de chocolaterías artesanales. No es chocolate, es arte y lujo, para un público exquisito.

Compramos una caja de bombones surtidos, para regalar a la madre de un amigo de mi hijo Javier. Es la que consigue que yo me pueda venir tranquila a ver a mi marido, porque se encarga de traer y llevar a mi hijo al cole. Un milagro que merece todos los bombones del mundo.

Empezó la ceremonia del empaquetado. Cuando recogí el paquete, ya no eran bombones, era el tesoro del tío Gilito. Mientras el hombre ponía cajas, lazos y bolsas de papel regio, yo fantaseaba con la escena de Love Actually, esa en la que el hombre está comprando un regalo para su amante, y el dependiente se eterniza con el empaquetado mientras él pasa las de Caín porque su mujer anda rondando por ahí.
















¿Impresionante verdad? El chocolate está muy bueno, aunque me quedo con el suizo. Muy sofisticado, de sabores muy intensos y algo especiado, con toque oriental.
Por cierto pude sacar las fotos porque el dependiente, muy estirado al principio, acabó charlando con mi marido sobre la funda de su móvil. Mientras la Rana le daba conversación, me armé de valor y saqué fotos de la tienda para vosotros.

martes, 19 de enero de 2010

La fondue de chocolate

El día 5 de enero, después de la cabalgata, siempre merendamos el roscón de reyes con chocolate a la taza. Este año decidimos abrir el sobre mágico que compramos en Suiza para hacer una fondue de chocolate.





Más sencillo es imposible. El chocolate viene en trozos pequeños, como bombones, y simplemente hay que derretirlo sin añadir ningún líquido. Queda muy suave y cremoso.







Se mantiene caliente en la mesa...y ya está. Nosotros metimos roscón relleno de nata, bizcochos, galletas y lo vertimos encima de gofres. Una fiesta ver la cara de mis hijos y una porquería ver como quedó la mesa bañada en chocolate.







Sólo una advertencia, el chocolate caliente quema muuuucho, y hay que tener un poco de paciencia o acabaréis con la boca al rojo vivo. Lo digo por experiencia, yo todavía no me he recuperado.

viernes, 8 de enero de 2010

Mi viaje al país del chocolate (2ª parte)

Llevé a cabo mi estancia en Suiza con ojos chocolateros, eso significa probar todo chocolate que se pusiera a mi alcance ;) y fotografiar el que no pudiera catar por el motivo que fuera.

Mi limitada capacidad como escritora me va a dificultar explicaros el sabor del chocolate caliente que probé en la ciudad de Chiasso, y para colmo, no recuerdo ni el nombre del establecimiento. Hacía un frío atroz y buscamos refugio en una cafetería. Nunca tomo café y se impuso probar un chocolatito caliente. Buena idea, porque me trajeron el chocolate más delicioso que he probado jamás. Llegó en una taza blanca sin ninguna gracia y además por su aspecto parecía muy pesado y espeso. Me equivoqué, era una especie de mousse de chocolate caliente. Una espuma suave y delicada, que entraba sin dificultad. Muy denso para darle vueltas con la cuchara e infinitamente etéreo al paladar. Una delicia que para mi desgracia y para suerte de mi trasero, me cae demasiado lejos...



Este otro chocolate engaña. Una taza chula y una luz favorecedora lo hace aparecer más apetecible, pero estaba aguado y no tenía ninguna gracia. Mucha fachada y poco contenido.



Estos árboles de navidad de chocolate los encontré en un escaparate de Lugano, justo enfrente de la chocolatería del anterior post. Buena zona para vivir :D





Y estas fotos las saqué en una cafetería-chocolatería de Bellinzona. No era un local muy grande, pero encontraron sitio para diseminar mesas con esta preciosa decoración. Casi todo es chocolate pero también hay galletas de jengibre y panettones. ¿Son preciosas, verdad?












Me gusta el chocolate suave, con leche y si puede ser con almendras o avellanas. Siempre he supuesto que un gourmet del chocolate lo debería preferir más puro y con más proporción de cacao. Y me encanta deducir de mi aventura suiza que allí también prefieren el chocolate de sabores suaves ya que en casi todos los locales en los que lo probé, el chocolate era delicado y poco amargo.

Y ya hemos estrenado la fondue de chocolate que compramos allí. La tomamos con el roscón de reyes, después de la cabalgata del día cinco. Toda una experiencia wonkera digna de otra entrada, así que habrá tercera parte.

viernes, 1 de enero de 2010

Mi viaje al país del chocolate (1ª Parte)

Ya sabéis que he hecho una escapadita rápida a Suiza y que ser wonkero marca impronta, así que por si fuera poco el atracón navideño, también he probado y fotografiado todo el chocolate que se me ha puesto a tiro. Necesito una cura de desintoxicación.


En el centro de Lugano, una ciudad encantadora, mezcla de la eficiencia suiza y del encanto y simpatía italiana, hay una chocolatería llamada Merkur. Es el paraíso del chocolatero. Venden chocolate artesano de la marca Laderach al peso y pequeñas bolsas degustación con un trocito de cada uno. Me he sacrificado y los he probado todos, me quedo con el negro con avellanas aunque cualquiera de ellos está de infarto. Hay de chocolate blanco sencillo, blanco con pistachos, con leche y avellanas, con leche y almendras, con frambuesa, negro al 70% :D, con una cosa indescriptible y crujiente que cada uno de mis hijos dice que es una cosa diferente, cereales, frutas...

















Hice una compra pequeña, pequeñísima porque los precios eran escandalosos. La pequeña bolsa que ya os he contado, unas barras de Toblerone que aunque se pueden comprar en España me hacía mucha ilusión traerlas de Suiza, un preparado para hacer una fondue de chocolate que supongo estrenaremos con el roscón de Reyes, y marrón glacé, que no es chocolate pero es mi otro vicio.





Al ser fechas de regalos había mucha gente comprando chocolate y bombones que envolvían y presentaban como si fuera una obra de arte. En cajas de madera o cartón, en tazones de café, en recipientes de madera y metal, con papeles dorados y enormes lazos...una perdición.


Y todavía no se ha inventado un sistema que trasmita los olores, pero imaginaos derritiendo chocolate en casa mmmmm ¡pues eso mismo se olía en la tienda!!!


Esto continuará porque en una sola entrada no puedo contaros toooooooodo el chocolate que devoré, caté, vi, toqué, olí y fotografié. Esto debe ser pecado.