martes, 30 de noviembre de 2010

Bombones Caja Roja

Los bombones de la Caja Roja de Nestlé son un buen ejemplo de lo que en economía se denomina un ‘producto maduro’. Esta clase de productos han alcanzado su techo de ventas tras un largo período de permanencia en el mercado, y sus estrategias comerciales están orientadas a mantener esas ventas, esa popularidad.

Al igual que se hace con otros productos maduros como la Coca-Cola, las inversiones realizadas en los bombones de la Caja Roja son principalmente publicitarias. Se busca una renovación continua de su imagen, para transmitir la idea de que es un producto que no pasa de moda.

De ese modo, no dejan de aparecer cajas de bombones de Nestlé con nuevos diseños y formas, tanto de cartón como de metal. También se busca atraer a los más nostálgicos con cajas decoradas con fotos en blanco y negro o dibujos ‘retro’, que sugieren la longevidad de la firma Nestlé.

En cuanto a los bombones, que son lo realmente importante, suelen ir en consonancia con la sofisticación de la caja que los contiene. El acierto de los bombones de Nestlé es que incluso los más sencillos son de gran calidad. Su sencillez consiste en estar hechos de puro chocolate sin ningún relleno especial, pero sin que eso suponga ninguna merma de calidad. Desde la caja más sencilla hasta la más lujosa, de las que se envían como regalo de Navidad, siempre se degustan con agrado.


El otro día vi en una tienda una caja metálica de bombones de Nestlé que me pareció muy bonita y que se podía utilizar después para guardar cosas. Y como era casi seguro una edición limitada, la compré. Para eso lo hacen, reconozco que me dejé llevar por su estrategia de marketing.


Esta caja contiene seis modelos diferentes de bombones, que he diseccionado y fotografiado convenientemente. Si se os despierta el apetito al ver las fotos no es problema, en cualquier supermercado que tengáis cerca seguro que hay cajas de bombones de Nestlé para desquitaros. ;)

Orange

Noir

Trufa

Delice

Coquille

Supreme

viernes, 12 de noviembre de 2010

Mi versión del salón del chocolate 2010

El domingo pasado quedamos parte del elenco del Wonka y Cloti, como artista invitada, para asistir al Salón del chocolate que se celebraba en el centro comercial Moda Shopping.

Una magnífica oportunidad para encontrarnos, charlar, comer, aprender y comprar chocolate.

Chema ya ha contado en la entrada anterior la clase magistral que nos dio Guillermo, de chocolates Comes, sobre la historia del chocolate. A mí me hizo muchísima ilusión que nos regalara unos billetes dorados como invitación para conocer su fábrica-museo en Sueca. A ver si nos animamos y nos trasladamos a Valencia.

Había de todo. Jabones. velas, juegos y hasta productos eróticos hechos de chocolate. El chocolate en todas sus versiones, líquido y sólido, blanco, negro y con leche, para comer, para jugar, para decorar, para olerlo o como producto cosmético...el paraíso de un wonkero de pro.

He hecho un montaje para evitar subir tantas fotos. Blogger no nos lo pone fácil. Todo lo que aparece es de chocolate incluida la fabada, el fuet, los juegos, las velas etc...



Si estáis atentos se ve a varios wonkeros en segundo plano. ¿Alguién los ha encontrado?

Y para finalizar sólo añadir que ya me he comido todos los regalitos. El Kit Kat de té verde es delicioso. No me gusta mucho el té y no sabía que esperar pero tiene un sabor muy tenue y delicado. El chocolate-ladrillo de Chema lo han devorado mis hijos y el calendario de Cloti lo tengo reservado, porque eso debe comerse siguiendo el rito. Yo no os llevé nada y todavía estoy avergonzada, en la próxima prometo compensaros.

martes, 9 de noviembre de 2010

Salón del chocolate: crónicas (1)

El pasado domingo 7 de noviembre acudimos al 7º Salón del Chocolate de Madrid en su última jornada, Inma, Anele y el que os habla como representantes del Wonka en Madrid, y Cloti como invitada de honor. ;)

Cada uno de nosotros haremos una crónica, aportando nuestro punto de vista y nuestra experiencia particular. :) Hemos estado de acuerdo en que yo me encargue de resumiros, lo mejor que sepa, la clase magistral sobre la historia del chocolate que nos ofreció Guillermo, encargado del stand de la firma valenciana Chocolates Comes.


El cacao, antes de haber sido sometido a ningún proceso, se encuentra originalmente en las habas de cacao, las cuales se extraen del fruto del árbol del mismo nombre. Estas habas o semillas de cacao tienen una forma y tamaño similar al de una almendra sin cáscara. El cacao en esta forma tiene un sabor muy ‘lento’, tal como él lo definió, en el sentido de que hay que paladearlo durante unos segundos para percibirlo. Nos ofreció a cada uno un haba de cacao para catarla, igual que haría posteriormente con otras muestras. Y nos dio además otra haba de cacao para que la guardáramos, pues se trataba de una moneda precolombina. Decía que pocos podrían presumir de tener una moneda que se plantara. :D

A partir de las semillas de cacao se elabora lo que se denomina pasta de cacao, que es más concentrada, y su sabor es más ‘rápido’: se tarda menos en percibir el característico sabor a cacao. Sin embargo, es muy amargo. Al hilo de esto, nos contó que la bebida a base de cacao que elaboraban los mayas era muy amarga e incluso picante. Su aspecto espumoso tampoco era muy atrayente. Pero es que esa bebida la tomaban por sus saludables propiedades. Se propusieron hacer aquel producto medicinal más agradable, y de ahí surgió la idea de añadir azúcar al cacao.

Si a la pasta de cacao se le añade azúcar, lo que se obtiene es chocolate puro. Muy puro y muy negro, sin duda, pero ya es chocolate tal como lo conocemos. Antes de que surgiera el chocolate con leche, hubo un producto de transición, que fue el llamado chocolate a la piedra. Tuvo su auge en el sigo XIX y aún hoy se comercializa. Se elaboraba a base de cacao, harina de arroz y azúcar de caña, triturando y mezclando estos ingredientes en molinos de piedra, de ahí su nombre. Este chocolate se caracteriza por no llegar a fundir en un rango de temperaturas muy elevado, lo que se debe a la presencia del azúcar y la harina, que le dan además una característica textura terrosa.

Y ahora sí, pasamos al chocolate con leche. Éste fue uno de los momentos más divertidos de la charla, pues Guillermo hizo varias alusiones muy obvias a la firma Nestlé sin decir su nombre. Todo comenzó cuando dos hermanos suizos cuyo apellido era el mismo que el de cierta importante fábrica de chocolate de aquel país ;) inventaron la leche en polvo. Se trataba de un producto concebido para los bebés, a base de suprimir de la leche cualquier producto que pudiera resultar dañino para su estómago.

A alguien se le ocurrió añadir esa leche en polvo al chocolate, con la idea de que podía darle buen sabor. De esa manera surgió el chocolate con leche, y la primera empresa que lo fabricó fue, en sus palabras, la del nido con pájaros que todos conocemos. :D El chocolate con leche se diferencia del negro en el color -es más claro-, en el sabor -se nota que sabe a leche- y en la textura. En este último aspecto se detuvo más: el punto de fusión del chocolate con leche es inferior al del chocolate negro, funde antes. Creo recordar que dijo que era de 25ºC para el primero y 29ºC para el segundo. En cualquier caso, la idea es que el de leche se derrite casi nada más meterlo en la boca, mientras que el negro tarda un poco más.

La última parte de la charla consistía en hablar del chocolate blanco y en explicar que por qué no era realmente chocolate. La manteca de cacao es una grasa que se extrae de las habas de cacao. Su bajo punto de fusión facilita su uso como producto cosmético: funde al contacto con la piel o con los labios. Pues bien, el chocolate blanco no es otra cosa que manteca de cacao, leche y azúcar. No contiene la propia semilla de cacao, que le da el color, olor y sabor característicos al chocolate. En el fondo, el chocolate blanco, según él, es ‘leche dura’, pero no se le da esta denominación porque limitaría bastante su éxito comercial. :D

Pues esto ha sido mi resumen de la charla. Si me he dejado algo en el tintero, os dejo paso para que lo añadáis. :) Es que Guillermo nos contó un montón de cosas, todas ellas interesantísimas. ¡Qué avalancha de información! Aquí tenéis una foto en primer plano de las habas de cacao. También se ven los bloques de chocolate a la piedra.


Y os dejo también un video del maestro que me ha facilitado Anele, para que podáis verle y escucharle ‘en vivo’.


En esta entrada no quería dejar de daros las gracias por los regalos que llevasteis. Cloti trajo un calendario de adviento chocolatero para cada uno, que lo he fotografiado por ambos lados. Los chocolates Beldelice que Inma consiguió gracias a su buena gestión, los sorteamos entre los wonkeros y Cloti. A mí me tocó una chocolatina con leche y un chupachups, ambos con una pinta deliciosa. Y Anele nos llevó unas muestras de Kit Kat japoneses, con la intención de poner verde de envidia a cierta wonkera que vive en Cádiz y que es también amante de la cultura japonesa, y no miro a nadie. :D




Termino esta primera crónica con dos fotos más del salón. No hice muchas porque no sabía ni por dónde empezar, pero algunas cosas curiosas no había duda de que merecían ser fotografiadas...

Unos zapatos de chocolate. Una idea algo fetichista, a fe mía. :P


Y una fuente giratoria de chocolate. ¿Se puede meter la lenguaaaa? :D


lunes, 1 de noviembre de 2010

Chocolates Matías Lopez

Las mañanas que desayuno junto al trabajo me encuentro con este cartel:


que ha despertado en mí suficiente curiosidad como para animarme a buscar documentación para escribir este post.

En 1867 se construye en unos terrenos de El Escorial (Madrid) una fábrica refinadora de azúcar (Rafael Taboada y Cía.) que en realidad nunco llegó a levantar cabeza. Poco después, en 1875, el gallego Matías López compra el edificio para transformarlo en una fábrica de chocolate.
Aquel chiquillo que llegó a Madrid con 15 años en compañía de su madre y prácticamente con lo puesto, había montado un molino para chocolate en la calle Jacometrezo en 1851.


Gran visión comercial la de Don Matías al enviar muestras de sus chocolates a varias tiendas de la capital para darse a conocer.
La casualidad puso en su camino al publicista Francisco Ortega y Vereda, cuyas caricaturas satíricas referentes a la monarquía le habían pasado factura carcelaria. Don Matías, consciente del analfabetismo de la época, le contrata para que realice carteles publicitarios que sean comprensibles por el pueblo llano. Así, el cartel de "los gordos y los flacos" (como se le bautizó) se convirtió en su principal referente. Como lo fue también su retrato plasmado en las cajas:

La fábrica pronto se convirtió en una de las más conocidas del país y del continente ya que al parecer fue el 1º en exportar al extranjero tras participar en la Exposición Universal de París en 1889.
¿Visionario? Probablemente. No sólo fue el pionero en estrategias publicitarias sino en procurar una ambiente de trabajo apropiado, construyendo viviendas para empleados en los solares contiguos a la fábrica, dotándolos de zonas ajardinadas, economato, capilla y escuela gratuita, con un sistema de planes de ahorro y de pensiones para la plantilla.
Matizaba el regusto amargo del cacao incorporando miel y vainilla y optó por elaborar un producto en el que primase la calidad sobre el precio, consciente de que su valor lo hacía poco accesible a las clases bajas, ya que como él decía: "todo chocolate que cueste menos de 5 reales es malo".
El destino le condujo hasta el mismísimo Senado, donde obtuvo un escaño y el nombramiento de senador vitalicio por sus contribuciones a la Hacienda Pública; también colaboró en la creación de la Cámara de Comercio de Madrid.

Terminó por dejar la fábrica en manos de su hijo para dedicarse al negocio inmobiliario en su ciudad natal: Sarria.
Avanzando un paso más en sus proyectos publicitarios, las tabletas Suylca de Matías López fueron "el alimento que toma Diego Valor" y venían acompañadas por el álbum de cromos del famoso personaje, un intrépido astronauta que se enfrentaba a los villanos espaciales en
compañía de su novia, la profesora Beatriz Fontana. Primero fue el serial radiofónico de la SER y más tarde llegó el cómic. Una ingeniosa forma de ganarse el favor de la chiquillería.

Sus chocolates recibieron multitud de premios en las diversas Exposiciones Universales en las que participó: Londres, Viena, París,...
Finalmente muere en 1891, recibiendo un multitudinario entierro en Madrid, y poco después se le concedió a su viuda el título de Marquesa de Casa López.