miércoles, 23 de noviembre de 2011

el euro €

El euro, como sabéis, es la moneda común de buena parte de los países de la Unión Europea. Se puso en circulación el 1 de enero de 2002.

Reino Unido, Dinamarca y Suecia no pertenecen a la Zona Euro por deseo expreso de sus gobiernos y/o de sus habitantes. El resto de países de la Unión que todavía no lo han hecho, se han comprometido a adoptar antes o después el euro como su moneda oficial.

El Banco Central Europeo determina cuál debe ser la cantidad de euros a poner en circulación en los diferentes países. El banco central de cada país pone los medios materiales, logísticos... para realizar la inyección monetaria que se le ha ordenado.

Las monedas tienen un anverso común a todos los países, y un reverso que identifica el país en el que se han puesto en circulación.

Para cualquier unidad monetaria, hay que distinguir entre el valor nominal de los billetes y monedas -la cantidad que aparece impresa en ellos-, y el valor real -su coste de fabricación-. Las monedas están fabricadas con metales relativamente baratos, por lo que su valor real es, o debería ser, inferior a su valor nominal.





Aquí tengo una moneda muy especial que me regaló en la última quedada nuestra amiga y maestra chocolatera Anele.

Se trata de una moneda italiana, ya que en su reverso aparece un grabado del Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci.

En cuanto a su valor nominal y su valor real, creo que nos hallamos ante una excepción. Se trata de una moneda de 1 euro, como veis, pero su coste de fabricación es muy dudoso que sea inferior 1 euro.

Su tamaño es ligeramente superior al de las monedas ordinarias. Tiene 10 cm de diámetro y entre 7 y 8 mm de espesor. Pongamos el promedio, 7.5 mm. También es una moneda atípica en cuanto al material con el que está fabricada, ya que no se trata de ningún metal, como suele ser lo común en estos casos. Está hecha de chocolate con leche.

Su volumen se calcula como el producto del número pi (=3.14159...) por el radio elevado al cuadrado y por el grosor. Si el diámetro hemos dicho que eran 10 cm, el radio será la mitad, 5 cm. Y el espesor lo expresamos también en centímetros, para ser coherentes: serían 0.75 cm.

Así pues, el volumen de esta moneda sería: pi*5*5*0.75 = 58.90 cm3.

Casi 59 centímetros cúbicos de chocolate con leche... Sin duda, el valor real de esta moneda es superior a su valor nominal. Puede ser que esta moneda no genere intereses al invertirla, pero tampoco sufre los efectos de la inflación. Y además, en cualquier caso, el chocolate tan rico del que está hecha compensa todo lo demás.




domingo, 13 de noviembre de 2011

Agravio comparativo: Chocolatería Valor vs. San Ginés en el centro de Madrid

Ayer decidimos celebrar un encuentro acompañados por unos estupendos chocolates a la taza. El lugar elegido fue la Chocolatería Valor de la calle Postigo de San Martín nº 7, en pleno centro de Madrid. Un lugar muy concurrido y popular que nos dejó muy mal sabor de boca.




Queremos dejar constancia de que es una queja puntual hacia un establecimiento en concreto (o más específicamente hacia un empleado, y no hacia la totalidad de la plantilla), y en ningún caso va dirigido al conjunto de la marca Valor, de la que somos consumidores.

Todo empezó con un encargado muy maleducado que nos contestó con mala cara y tono soberbio a la demanda de una mesa para cinco. Faltaba un miembro del grupo y no nos dejó ocupar una mesa hasta que estuviéramos todos. Nos costó entender que a falta de una persona tuviéramos que permanecer en la calle, máxime cuando una de las personas de nuestro grupo iba con muletas y le cansaba permanecer en pie.

Le pedimos, con la máxima educación, que le permitiera sentarse en una silla. Vuelta el tono soberbio y las malas caras, la dejó pasar al establecimiento y sentarse junto a la entrada, pero de ninguna manera que cualquiera de nosotros estuviera con ella para hacerle compañía en lo que llegaba el último miembro de nuestro grupo.

Los ánimos se calentaron, se elevaron las voces, sobre todo de parte del soberbio camarero y su colega, otro estúpido que, para nuestra sorpresa, nos dedicó un discurso sobre el valor de ser camarero. En ningún caso quisieron bajar el tono para escuchar lo que intentábamos explicar con buenas formas y educación.

Entendemos las normas de la casa y las acatamos, pero en ningún caso el tono de soberbia, de mando y falta de educación del encargado en cuestión.

Si queréis pasar una tarde agradable, de compartir un chocolate con unos amigos, ni se os ocurra ir al establecimiento citado. Son unos groseros.


Para trabajar en esta clase de establecimientos hay que tener ciertas habilidades sociales, entre las que se incluyen la flexibilidad y la mano izquierda a la hora de tratar con el público.

Es comprensible que en los días de mayor demanda traten de aprovechar al máximo el espacio disponible en el local, y evitar el coste en el que se incurre por tener mesas infrautilizadas. Pero, el ganarse una reputación de antipáticos y groseros por querer imponer determinadas normas de manera inflexible y autoritaria, a largo plazo supone un coste mucho mayor. No hay que olvidar que la buena o mala publicidad de un establecimiento se basa en gran medida en lo que se llama coloquialmente el 'boca a oreja'.

Así que tuvimos que cambiar de planes e ir a San Ginés, también en la misma zona de Madrid. La misma cantidad de gente y un chocolate buenísimo; sólo una pequeña diferencia: un camarero encantador que nos facilitó las cosas y nos hizo sentirnos a gusto.

La norma del local, en este caso, consiste en pagar la consumición por adelantado y esperar a que el camarero la sirva. Tras preguntarle cómo debíamos proceder, nos miró y preguntó qué queríamos consumir... minutos después apareció con el servicio. Un claro ejemplo de que las normas se pueden flexibilizar... si se tiene intención.

Allí sí pudimos disfrutar de la taza de chocolate humeante, los churros y la buena compañía.

Chema, Anele e Inma