
El otro día me entró la curiosidad por saber en qué localidad estaba situada la fábrica de chocolates Elgorriaga. Lo miré en el envoltorio de una tableta y me llevé la sorpresa de que estaba en Ávila. Yo creía que Elgorriaga era una marca vasca.
Investigué la historia de la empresa, y averigüé que en su origen había estado situada en Irún (Guipúzcoa). Empezó siendo una chocolatería, inaugurada en el año 1770. No fue hasta 1838 cuando comenzó la fabricación de chocolates Elgorriaga como los hemos conocido. En 1954 entró en funcionamiento su primera fábrica a gran escala.
En 1965 se lanzó el célebre chocolate Milkcrem, el primer chocolate blanco comercializado en España. En 1970, Elgorriaga se introdujo en el mercado de los turrones. En 1979 se inauguró una nueva fábrica en Ávila -que es la que la empresa ha conservado, al parecer-, en la que fabricaban unas galletas rellenas de chocolate similares a las populares Príncipe de Lu.
Elgorriaga fue, durante muchos años, una empresa familiar. En 1981 falleció su director, D. José Miguel Elgorriaga. Cuatro años más tarde, en 1985, la empresa fue vendida al grupo francés Cantalou.
En 2005, Cantalou -posteriormente grupo Cemoi- vendió la fábrica de Ávila, así como la marca Elgorriaga, al grupo Dhul. ¿Y a quién pertenece Dhul? A Nueva Rumasa, muy presente en los medios de comunicación en la actualidad. En definitiva, Elgorriaga es otra de las muchas empresas de Ruiz-Mateos.
En las tabletas de chocolate se ha conservado el diseño antiguo, con el característico logotipo de la marca y el dibujo de la campana, para despertar la nostalgia. En el envoltorio dice “desde 1700” (fecha exageradamente temprana para dar más sensación de antigüedad y solera, ¿no habría que decir “desde 1770”?), pero en realidad Elgorriaga tiene poco que ver con lo que fue en sus orígenes.
Sin embargo, ese envoltorio ‘vintage’ nos puede servir para engañarnos a nosotros mismos. Y el auto-engaño funciona, porque el actual chocolate Elgorriaga, a mí particularmente me gusta mucho. Aunque el que yo recuerdo de cuando era pequeño era incluso mejor. Tenía una textura harinosa muy característica que me encantaba. No sé si por aquel entonces había cambiado ya de manos o no, pero estaba bien rico... Ayy, la nostalgia chocolatera. Tendremos que conformarnos con una foto del Elgorriaga de hoy. ;)